Era momento de echar mano a de mi herramienta más sofisticada: la Victorinox Spartan.

Así, mientras veíamos televisión con mi esposa, este humilde artesano daba rienda suelta a su creatividad llenando de viruta el sillón y la alfombra.
Inspirado en la forma de mi mano, tallé lugar para que reposen los dedos cómodamente. La madera de haya tiene la dureza justa para ser trabajada con comodidad, no dejaba de sorprenderme con su textura y simple belleza. Escarbé hasta quedar conforme durante tres días. Pasaron un par de semanas para que recibiera el barniz.
El resultado, dentro de las limitaciones técnicas fue más que aceptable para mi gusto.


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