miércoles, 21 de octubre de 2009

Tirando en el bosque




Tirar es un acto solitario, egoísta y difícil de entender con un simple acercamiento al tema. No está a la vista el tiempo invertido en hacer que el rifle funcione como nos place ni tampoco la experiencia acumulada en interminables debates con amigos sobre cuestiones técnicas de un arma de resorte, tampoco son ostensibles todos los recursos que movilizamos para tener un tiempo para tirar donde nos gusta etc, etc, etc…



Pasaron un par de meses para que pueda estar en el bosque donde me gusta tirar (a unos cuatrocientos cincuenta Km de mi casa) y poder probar mi Rubí 5.5 reformado. Como ya conté, habíamos trabajado toda una tarde en él, reformando sus partes interiores móviles pero sin sustituir el resorte que por cierto, tendría mas de treinta años. La primer prueba en el TFA de Bs. As fue frustrante, prácticamente se veía volar el balín, luego de eso sustituí el resorte por uno nuevo de b3 chino. Recién ahí el proyecto comenzó a tomar color. Como no cuento con elementos de medición de velocidad, las innovaciones son comparadas solo con la perspectiva de mis sentidos y experiencia, detalle que me resulta muy atractivo ya que me hace sentir mas hermanado al artefacto.
Ahora con las reformas y el nuevo resorte podía escuchar y sentir en mis manos el viaje más rápido y suave del pistón como también muchas menos vibraciones del conjunto. En fin, el rifle con su extrema sencillez estaba casi: a punto.




Busqué un lugar seguro y acomode mi sillita plegable, pegué un blanco en un árbol a unos quince metros y realice los primeros tiros, los grupos resultaron un tanto abiertos para mi gusto pero no eran atribuibles al rifle sino al tirador, realice algunas correcciones en la altura del alza y busqué un blanco al doble de distancia.
Se notó la baja potencia del rifle por la caída en la trayectoria, pero aun así, se mostraba preciso. No se le podía pedir mucho mas, ya que posee una cámara de compresión que no supera los treinta centímetros cúbicos. Tenía el alza al máximo de altura y debía también apuntar alto, por lo tanto la próxima reforma deberá ser en ese punto. No intenté hacer una prueba a más distancia.
La sesión fue buena de todos modos, la sillita plegable y el Rubí volvieron al baúl del auto y éste tirador a su casa contento. El fierrito se llevó todo el protagonismo y dió humildemente lo suyo.

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