martes, 18 de agosto de 2009

ENTRANDO EN EL TEMA




A modo de presentación, valdría comenzar este blog con la pregunta: ¿Por qué muchos aficionados optamos por el AC?
En principio, una importante cantidad de tiradores aficionados se iniciaron con rifles de AC, generalmente entrando en la adolescencia guiados por algún pariente y teniendo como polígono el fondo o la terraza de casa. Quizás ese es el argumento de más peso: el AC es parte de nuestra historia personal. Todo lo demás, cuestiones burocráticas y de costos por tiros, practicidades varias, tiene una incidencia casi secundaria.
Aquí me permito compartir mi propia experiencia que puede ser común a la de algunos lectores de este artículo.

Si bien había tirado con carabina .22 guiado por mi padre, no tenia aun mi propio rifle. Veía las propagandas de los Mahely, Kafema, Churrinche en las revistas Aire y Sol de principios de los años setenta y el corazón se me aceleraba.
Llego la navidad de 1972 y recibí de regalo dos cajas de cartón, una contenía un blanco “Centerbal Sonoro” que muchísimos años después me entere que era un copia de lo que los ingleses denominaban “Bell Shooting”, un blanco que cuando se hacia centro, sonaba una campanita. LA otra caja rectangular y alargada contenía un rifle Rubí 4.5mm con su funda acolchada y mil balines “Diávolo”. El rifle aun hoy me acompaña y es mi tesoro mas preciado.
Cabe destacar que los chicos de aquella época, éramos por decirlo de algún modo, mas analógicos que los actuales. Algunos gustábamos del meter mano y así proliferaban los “Mis ladrillos”, “Scalectric”, la pesca y por obviamente los rifles de aire comprimido. La digitalización nos alcanzo y monopolizo ya siendo grandes.

El Rubí fue mi compañero en las tardes de verano en casa de mis abuelos en Martinez, provincia de Buenos Aires, conociendo los rudimentos del tiro, realizaba tiros imposibles a enormes distancias de veinte metros y donde no quedaba latita sin agujerear. Eso si, no tenia pasta de cazador, eso lo descubrí cuando vi de cerca el cuerpo de un gorrión que abatí, no me gusto, hubiera preferido verlo seguir picoteando alegremente las uvas de la parra. La caza nunca fue lo mió y es un tema que prefiero abstenerme.
Me aventuro a sumarme o quizás a crear la categoría de “tirador filósofo”, solo me interesa la balística, la mecánica del arma, el tiro y las cuestiones que de todo ello se desprende, la experiencia de compartir con otros una actividad sana.

Ahora bien los años pasaron y el Rubí siempre estaba en su funda, impecable, lubricado, lindo.
En los noventa volví a mi afición por las armas y el tiro, así me fui llenando de fierros, con los que tiraba y competía. El Rubí siempre en su funda, fiel, presente, esperando su momento…
Entrando en el siglo XXI, crisis mediante mi entusiasmo por el tiro fue disminuyendo y la práctica se fue encareciendo a extremos poco razonables, ya en esa época había comenzado a espiar por la red páginas sobre AC. Me entere del Field Target y también de los Big Bore de Gary Barnes, un mundo se había abierto, hermosas armas, sin requisitos burocráticos, que hacían poco ruido y sin el karma de las armas de fuego.
Los resorteros fueron creados para el esparcimiento y no para la guerra. Solo se relaciona el rifle de AC con buenos momentos, con padres e hijos pasando un momento juntos tirando y no con otras cuestiones densas.

En una oportunidad lleve en unas vacaciones al Rubí en el baúl del auto y en cuanto pude hice unos tiritos en un bosque, fue una experiencia inigualable, evidentemente una nueva etapa había comenzado.

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